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Según las mediciones de nuestro Centro Técnico, el maletero del Logan MCV ofrece 595 litros de capacidad, un volumen muy destacado para un coche de su tamaño. El espacio de carga cuenta con iluminación y unos ganchos laterales que permiten colgar bolsas, también dispone de unas argollas en las esquinas donde se podría enganchar una red que se ofrece en opción (103 euros) para sujetar mejor los bultos sueltos que haya que transportar. Si se necesita aumentar la capacidad o trasladar objetos voluminosos o alargados, se puede abatir el respaldo del asiento trasero     —siempre desde el interior, no hay tiradores en el maletero—, que va partido en secciones 1/3-2/3, para dejar un suelo de carga que casi queda plano por completo. De serie toda la gama Logan MCV incorpora un kit reparapinchazos, de forma que bajo el suelo del maletero no lleva rueda de repuesto —cuesta unos 100 euros—. Sin duda, la zona de carga es una de las virtudes del modelo, aunque hay detalles de acabado mejorables.

Cualquier Logan MCV no exige un gran desembolso, incluso aunque decidamos incluir las opciones más costosas, por tanto la depreciación en el tiempo será más asumible. Bajo el capó esconde mecánicas relativamente modernas —especialmente el TCE de gasolina y los dCi—, pero las tareas de mantenimiento son sencillas y el precio de los repuestos asumible, con la ventaja de disponer de una amplia red de asistencia bajo la supervisión de una marca de la experiencia de Renault.

La gama de automóviles de Dacia creció en el 2012 con la llegada del Lodgy. Disponible en versiones de cinco y siete plazas, es un auténtico monovolumen low cost, capaz de ofrecer mucho espacio a un precio muy competitivo. Este modelo tuvo inmediatamente dos nuevas variantes, denominadas Dokker y Dokker Van, la primera un vehículo mixto de transporte de carga y pasajeros, mientras la segunda es una amplia y funcional furgoneta. Fue presentada en el Salón del Automóvil de Casablanca, en Marruecos, en mayo del 2012.

En cuanto a los dos motores más potentes, son perfectamente válidos para salir a carretera con seguridad, contando con un modo ECO que capa las prestaciones a cambio de un menos consumo, pero que podemos desactivar para una mejor respuesta. Sí sería de agradecer un aislamiento del motor en el habitáculo algo más logrado.

Desde el primer instante en que uno se sienta al volante del Logan MCV percibe que la sobriedad es la principal seña de identidad. El volante sólo se mueve verticalmente, no en profundidad, y el asiento del conductor dispone de una palanca para la regulación en altura que sólo permite dos posiciones: o lo más cerca posible del suelo o lo contrario, sin puntos intermedios —la versión más barata Ambiance de gasolina incluso carece de reglajes—. Por confección, consistencia, sujeción lateral, etc. también se nota la sencillez de los asientos. Son detalles propios de un coche muy asequible, pero no por ello hay que interpretar que el conductor va incómodo, simplemente no va tan bien como iría en un coche de diseño y ergonomía más trabajados.

Todo empezó en 1968, cuando Dacia y Renault firmaron su primer contrato de colaboración que se plasmó en la producción de modelos como el Dacia 1100 (el Renault 8), al que posteriormente seguirían el Dacia 1300 Berlina (el R12) y el Dacia 1300 Break (el R12 familiar). En 1976 Dacia adquiría autonomía para construir sus propios vehículos pero en 1991, ambas marcas estudiaron la posibilidad de llevar a cabo un nuevo proyecto industrial conjunto.

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