Seguro que alguna persona que haya vivido una experiencia previa con una empresa de mudanzas poco seria como me pasó a mí hace años por culpa de mi inexperiencia, entenderá lo traumático que puede resultar recibir al camión y descubrir que es un armatoste infecto con un espacio inadecuado para nuestras cosas: uno ve las cajas con pinta de haber sido zarandeadas, sacudidas y arrojadas como un saco de patatas y se teme lo peor.
Y ésto no ocurre sólo con los camiones de mudanzas demasiado grandes, sino con los pequeños, que parecen haber sido cargados como un apasionado del tetris. Luego, claro, vienen las excusas, los llantos y los seguros que intentan compensar con dinero cosas que no tienen precio porque su valor es sentimental.
Después, resabiados ya, o bien trasladamos nuestros objetos más valiosos por nosotros mismos o bien miramos con lupa las empresas y acabamos preguntamos si podemos ir con nuestras cosas en el maletero.
Una de las empresas con más trayectoria profesional en Madrid (y ahora a nivel internacional) es Mudanzas Crespo; con más de 30 años en el sector y recomendaciones positivas de los clientes se perfila como un opción perfecta para el traslado de nuestras cosas.
No sólo porque el embalaje de los objetos es impecable (pieza por pieza en papel satinado especial; protección con foam-burbuja de los muebles más delicados, fundas especiales para sillones, etc) sino porque cuentan con camiones de mudanzas de distintos tamaños que se ajustan a cada trabajo.
Incluso ofrecen en Madrid un servicio llamado Pequemudanzas para mudanzas pequeñas (pocos objetos, uno solo voluminoso…).
Ya no más bamboleos de la cristaleria de la abuela al fondo de camiones de mudanzas inmensos, ya no más tapas de libros aplastadas por tetris imposibles: así sí da gusto mudarse.