Con tripulaciones cada vez profesionalizadas, y gracias a los cambios en el reglamento, la competición ganaba adeptos. Como parte de la estrategia para convertir la regata en un fenómeno mediático, los equipos contaban con un tripulante-periodista, responsable de la comunicación con el exterior. El objetivo era que la décima edición de la Volvo Ocean Race fuese la más seguida. Ingredientes no faltarían.
El Green Team, el equipo irlandés contaba con el medallista olímpico británico Ian Walker como patrón de su embarcación. Esta sería la primera participación de Walker en la Volvo Ocean Race, que estuvo embarcado en el Team Germany en la Copa del América celebrada en Auckland en 2002-03 y el +39 italiano en la edición de Valencia en 2007-08.
Pedro Campos, como director general, y el danés Bouwe Bekking, como director deportivo, se pusieron al frente del equipo español que contaba con un presupuesto de casi 50 millones de euros, dos barcos de renovado diseño, el Telefónica Azul y el Telefónica Negro, y una de las mejores tripulación del momento.
Era la primera vez que la flota tendría que cruzar el Ecuador en cuatro ocasiones, con sus peligrosas calmas, los doldrums. Había cierta preocupación: antes se atravesaba dos veces, y siempre por el Atlántico, donde la franja ecuatorial es más estrecha que en el Pacífico o el Índico, por lo que su comportamiento es totalmente diferente y más impredecible. Pero, el mercado manda, y la necesidad de abrir la regata a economías emergentes alteró el recorrido. Desde Sudáfrica, se partiría hacía Cochi, al oeste de India. Y de este puerto a Singapur (Malaisia) y luego a Qindgao (China) desde donde partiría la etapa reina, – de Qindgao a Río de Janeiro (12.300 millas) 22.707 kilómetros – en la que se saldría con una temperatura cercana a los 0 grados para llegar al templado Brasil. Era la etapa más larga en la historia de la regata y en medio, una de las pruebas más duras: el Cabo de Hornos.
Los equipos disponían de una nueva herramienta táctica, el “modo invisible”, que todos podían usar una única vez, en algunas de las etapas. Esto permitía al barco que había optado por usar este movimiento táctico no aparecer durante las siguientes 12 horas en los partes de posiciones de la flota, que se facilitaban cada tres horas. De esta manera, si un equipo se encontraba en “modo invisible” sus competidores no sabían hacia donde se dirigía, ni las opciones que habían tomado en esas horas.
Es el caso de dos de ellos: José Jaime González y Oliverio Rincón, quienes ahora tienen la oportunidad de mover el ajedrez de piernas para alcanzar los mejores resultados posibles. La diferencia, uno dirige un portentoso equipo como el Team Colombia y el otro, un aficionado, siempre combativo y animador como es el grupo de las Fuerzas Armadas.